LA QUEJA
Estoy segura de que esto va a resultarte útil y de verdad quiero compartírtelo para conocer tu opinión.
Días atrás me descubrí llegando a mi escritorio con la sensación de “lo mal que está la gente”.
Una secuencia de días notando mal humor, mal carácter y, sobre todo, personas que se quejan todo el tiempo.
¿No te pasa?
¿Te contagian los quejosos?
¿Vos te quejás?
EL HÁBITO DE QUEJARSE
Si ya reconocés que te quejás —o alguien te lo hace notar—, esto puede servirte.
La queja es una de las actitudes más difíciles de erradicar.
Sí, es un hábito.
Quien se acostumbra a la queja funciona igual que quien repite cualquier otra conducta automática:
levantarse y tomar un vaso de vino, gritar “porque es su personalidad” o salir a hacer actividad física.
Al cerebro no le importa si la acción es positiva o negativa: simplemente hace, no distingue, no siente.
Entonces… ¿por qué nos quejamos?
🔍 ¿DE DÓNDE VIENE LA QUEJA?
Según muchas de las personas con las que trabajo, la queja aparece como una reacción casi automática, disfrazada de justificación.
En el 90 % de los casos no se reconoce.
Algunos ejemplos cotidianos:
“Esta casa es un caos. Dejo la pileta de la cocina impecable y a las dos horas está todo igual. ¡Esto no puede ser!”
“El verdulero cada día peor, los tomates que compré son espantosos.”
“Otra vez dejaste la toalla tirada después de bañarte.”
“Estoy insoportable. El tránsito es inviable, ¡este país siempre igual!”
Y así podríamos seguir...
Te invito a hacer tu propia lista quejosa, a reconocerla y decidir qué querés hacer con ella.
Sacá la queja de tu vida: solo te roba tiempo y energía y muchas veces dinero también.
⚙️ CÓMO FUNCIONA LA QUEJA
Cuando te quejás, sin darte cuenta:
Funcionás desde el conflicto.
Reaccionás sin pensar.
Irradiás tu queja a los demás.
Dejas de aceptar la realidad.
Cerrás la puerta a nuevas posibilidades.
Alimentás un círculo vicioso.
No canalizás adecuadamente la emoción que te originó la queja.
¿Por qué la queja alimenta ese círculo vicioso?
Porque te da una ilusión de control: querés tener razón, querés que te escuchen, y eso parece aliviarte… pero no soluciona nada.
Y lo más probable es que termines haciendo igual lo que tanto te molestaba: levantando la toalla, lavando los platos o soportando el tránsito.
CÓMO ROMPER EL CÍRCULO
La frase maestra del cambio siempre susurra en tu oído:
“No podés cambiar las situaciones que se te presentan, pero sí podés decidir cómo y de qué manera enfrentarlas.”
Soluciones simples generan resultados beneficiosos.
Atención: el primer paso es estar atenta a tu queja.
Identificala. Pensá: “Mmm, creo que me estoy quejando.”
Preguntate: “¿Qué posibilidad tengo de abrir una solución frente a esto?”
En lugar de quejarte, elegí comunicarte con amabilidad o aceptar sinceramente la situación.
Detenete cuando sientas la queja llegar. Respirá, volvé a tu centro y evaluá tu próxima acción.
Buscá una herramienta para volver a tu eje: un vaso de agua, unos minutos sola, cinco respiraciones profundas.
Instalá una afirmación positiva. Sonreí: tu lenguaje corporal acompaña la actitud.
Estirá la espalda, relajate y recordá: lo estás haciendo muy bien.
ELEGIR EL CAMBIO
Quejarse es fácil.
Salir de la queja requiere trabajo, conciencia y decisión.
Pero cuando lo hacés, tu energía cambia, tu entorno cambia, y empezás a vivir desde la aceptación y la acción.
Disfrutá de cada pequeño paso.
Estas notas abrazan tu bienestar y desean que cada día te sientas mejor.
Ahora estoy segura de que vas a pensar dos veces antes de quejarte.
Un abrazo en tu corazón,
y gracias por estar ahí. 💖